Para escribir sobre el papel de la cultura en Jaén sin caer en tópicos, generalidades o prejuicios, necesito aclarar algunas premisas que refrendan mi sincera convicción: creo en una cultura dinámica como factor clave de transformación personal y social, y –en un entorno concreto– para el desarrollo integral de nuestra provincia.
Hablo de Cultura desde mi experiencia: he sido docente durante veinte años y editor de libros desde hace más de tres décadas, y —entre otras iniciativas promovidas a lo largo de mi trayectoria en varias provincias de Andalucía— participé en la elaboración y coordinación de la ponencia de Cultura del primer Plan Estratégico de la provincia de Jaén de 2000-2006, junto a destacados especialistas en su campo como Arturo Ruiz, arqueología, Pedro Galera, historia del arte, José Luís Buendía, literatura, José Román, maestro, escritor y animador cultural, y Francisco Zaragoza, profesor de historia en enseñanzas medias y animador cultural de grupos y festivales de teatro. Así mismo, mi pasión por conocer, comprender, coordinar y dinamizar los sectores culturales fue —tal vez— el motivo por el que me encargaron las memorias del Consejo Económico y Social de la provincia, del 2011 al 2015, informe que elaboré en las últimas ediciones, con Paz Madrid, joven periodista destacada en el sector cultural.
Precisamente porque hubiese deseado mayor éxito real a los proyectos estratégicos de la Cultura, me atrevo a denunciar que perdura aún en nuestro entorno (especialmente en ámbitos económicos y políticos) una pobre opinión de la cultura, reduciendo ésta a la consideración de un “adorno” y, por tanto, de un gasto prescindible en los presupuestos de las diferentes administraciones.
Creencia que pudo dar lugar al surgimiento del adjetivo descalificativo de “cultureta” para ridiculizar o minimizar la labor de los artistas, intelectuales o promotores de este sector. Es por ello que, para proseguir, necesito compartir con ustedes una breve reflexión teórica sobre lo que entendemos por Cultura que me parece muy pertinente.
Cada cultura es un cuerpo de ideas, valores y actitudes proyectado en “relatos” u “obras” en diferentes ámbitos, impulsadas por quienes las crearon y compartidas por quienes las reconocen y las sienten como parte de su identidad cultural o entorno vital. Toda cultura es la suma de conocimientos, sensaciones, emociones, preferencias, mitos y creencias que se comparten gracias a los sentidos, al lenguaje y a las experiencias, y que llevan a las personas a conservar o transformar su realidad. La Cultura, con mayúsculas, en realidad sería la suma de muchas semi-culturas o subculturas, dependiendo del lugar del mundo o del ámbito o sector en que se desarrolle. Si bien, podemos llamar también CULTURA (con todas sus letras mayúsculas) a la que preserva y genera las mejores ideas, valores, actitudes u obras de la Humanidad, y, en paralelo, contribuye a la dignidad personal de todos los habitantes del planeta. Esta cultura eleva los Índices de Desarrollo Humano de los países, y favorece la igualdad de oportunidades y la equidad entre sus ciudadanos (según el índice Gini).
La UNESCO clasificó en siete ámbitos la Cultura: Patrimonio (monumentos o tradiciones), Escritura (libros, literatura, edición); Bibliotecas, museos y archivos; Música y Artes escénicas (teatro, danza); Artes plásticas (pintura y escultura); Artes visuales (fotografía, cine, medios de comunicación, publicidad); y Arquitectura (hábitat, urbanismo). Suelo precisar un ámbito cultural más, que se incluía en otros, pero que hoy tiene máxima vigencia, Ciencia y Tecnología. Todos estos sectores son como grandes sistemas de Cultura. Nada que ver con el concepto reduccionista con el que a veces se alude a esta palabra.
Cualquiera de estos ámbitos tiene valor por sí mismo, pero juntos representan lo mejor que ha producido el ser humano desde que creó el lenguaje cognitivo, que le permitió construir “relatos y obras” para cooperar más allá de los clanes o tribus primitivas. Con el lenguaje comenzó la Evolución Cultural de la Humanidad.
En todas las manifestaciones de esos ámbitos culturales hay una tensión entre dos tendencias que pueden llegar a ser opuestas en algunos casos: la acción de conservar (que llamaremos cultura estática) y crear (entendida como cultura dinámica). En cada una de esas manifestaciones culturales pueden darse diferentes grados de calidad y transcendencia para pervivir en el tiempo o para reinventarse. Incluso, pueden ir juntas, por ejemplo: podemos preservar un monumento como la catedral de Jaén y, al mismo tiempo, generar nuevas posibilidades educativas, creativas o turísticas en torno a ella para proyectar su valor.
Jaén es una provincia con un enorme potencial en cuanto a patrimonio monumental, superando el medio millar de monumentos registrados como Bienes de Interés Cultural inmuebles por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, por detrás –tan solo– de la provincia de Granada y a la par de Córdoba, y con una cifra cercana a los 3.000 bienes muebles catalogados. Pinturas rupestres, restos singulares de asentamientos y esculturas íberas (Porcuna, Huelma, Marroquíes, El Rumblar…) y ciudades ibero-romanas (Obulco, Cástulo con sus mosaicos o la patena de cristal, …); los numerosos y bien conservados castillos medievales (Baños de la Encina, Segura, Cazorla, Jaén…); los edificios religiosos y civiles renacentistas; las nuevas poblaciones y sus restos de edificios mineros en el norte de la provincia; las ciudades renacentistas de Úbeda y Baeza, Patrimonio de la Humanidad, etc. En suma, un abanico extraordinario de bienes para conservar y poner en valor que, junto a la más de media docena de museos existentes en la provincia, pueden convertirse en focos de turismo cultural si se saben promocionar y comercializar en productos concretos junto al patrimonio medioambiental de los Parques Naturales (Cazorla-Segura-Las Villas, Sierra Mágina, Sierra de Andújar y Despeñaperros).
Jaén tiene una tradición y una producción literaria muy digna, porque célebres autores de la literatura universal pasaron por estas tierras dejando huella de ello en sus libros: de Juan de la Cruz a Teresa de Ávila, de Jorge Manrique a Huarte de San Juan, de Antonio Machado a García Lorca o Miguel Hernández, de Manuel García Morente a Manuel Andújar… Una provincia que tuvo numerosas imprentas en el siglo XVI y que cuenta con tres premios Planeta y un finalista: Juan José Mira, Juan Eslava Galán, Antonio Muñoz Molina y Salvador Compán. Pero, sin embargo, los índices de lectura habituales de prensa y de libros se estiman entre los más bajos de España, manteniendo aún una tasa de analfabetismo elevada de 19,68 %, sin contar el analfabetismo funcional (es decir, saber leer pero no comprender una editorial de un periódico).
Jaén tiene relevantes archivos históricos pero pocas bibliotecas municipales completas. De las 104 bibliotecas que, según datos oficiales existen en nuestros 97 municipios, sólo una veintena de ellas tienen contratado a uno o más bibliotecarios. No tener bibliotecario convierte al resto en simples almacenes de libros al albur de la administración municipal, o del voluntarismo de algún maestro. Y, desgraciadamente, no existen bibliotecas en algunos de nuestros pueblos, ni bibliobus. Si a los bajos índices de lectura de libros de los jiennenses sumamos la falta de tiempo porque se atiende a otro tipo de usos de dispositivos digitales (televisión, Internet, móviles o videojuegos), no es de extrañar que cierren librerías y bajen los préstamos de ejemplares en bibliotecas, manteniéndose a duras penas las pocas ferias del libro existentes en la capital y en algún otros municipio relevante.
La música (clásica, pop-rock, blues-jazz-funk, étnica y flamenco) atrae a los jiennenses y a otros públicos de fuera, en consonancia con una tendencia general porque es el sector más “consumido o disfrutado”, según la encuesta de hábitos culturales de España. En nuestra provincia existe un buen calendario de festivales, concursos y recitales, de primavera a verano, de otoño a invierno, desde el prestigioso Premio Internacional Jaén de Piano al más reciente Festival de Música en Segura.
En paralelo, ha crecido el interés por los estudios musicales, la demanda de conservatorios (música y danza), el surgimiento de compositores, intérpretes y grupos, muchos de los cuales no encuentran suficiente seguridad económica y facilidades para vivir de su talento, ni se les deja actuar en pequeños locales urbanos por disposiciones muy restrictivas.
Las artes escénicas han creado focos de un gran valor de atracción de visitantes a entornos locales como el Festival de Teatro de Cazorla o el de Torreperogil, pero el teatro sigue siendo deficitario en ciudades como la propia Jaén o Linares. Pese a haber mejorado la red de espacios escénicos en la provincia, se carece de programaciones regulares por falta de presupuestos municipales. Ha crecido el número de actores, aunque muchos de ellos, tuvieron que triunfar en Madrid para ser reconocidos (Rosario Pardo, Santi Rodríguez, Inma Cuesta, Mónica de Molina…). Se ha mantenido el teatro escolar como una base imprescindible (La Paca y Tomás Afán, autor) y grupos universitarios como In Vitro Teatro, Bark Project, Mamadou… pero faltan espectadores a las diferentes representaciones quizás por mantenerse un IVA demasiado alto en las entradas, y porque no se facilitan los gastos añadidos de los escenarios, aunque se diga que se ceden gratuitamente por las administraciones pertinentes.
Jaén tiene grandes e importantes artistas plásticos contemporáneos, desde Manuel Ángeles Ortiz a Rafael Zabaleta, a una extensa pléyade de pintores recientes o actuales que no son suficientemente conocidos y reconocidos. La falta de galerías de arte privadas o la divergencia en eventos como “Art Jaén”, es un síntoma más de su poca raigambre en el contexto social o cultural de nuestra provincia o nuestra comunidad autónoma.
Las artes visuales, especialmente el cine español, cuentan con un creciente dinamismo, y un apoyo especial por parte de la Diputación provincial, con sesiones especiales a las que asisten sus directores. Pese a ello, si los pases de películas no fuesen bonificados, no el público disminuye, entre otras razones porque no hay salas de cine en el núcleo urbano. Las nuevas cámaras de video digitales han favorecido que los sectores jóvenes hagan también cine, y por eso, esta institución ha promovido un certamen anual de cortometrajes para “rodar por Jaén”.
La arquitectura actual se ejerce en un sector muy productivo pero actualmente en crisis, la construcción. En Jaén existen magníficos arquitectos y muchos jóvenes que han tenido que emigrar. Algunos edificios públicos de la capital podrían representar a este ámbito con desigual relevancia estética: Museo del Aceite y otros edificios de Geolit, Museo Íbero...
La ciencia-tecnología es un ámbito cultural de crucial importancia para la sociedad y la economía actual, porque puede convertir la investigación científica en valor y en productos a través de la innovación aplicada. En este sentido, las investigaciones realizadas por destacados profesores de la Universidad de Jaén están ayudando a demostrar la relación entre aceite de oliva y salud; a potenciar las aplicaciones informáticas a la robótica; las investigaciones fotovoltaicas a las energías alternativas; los descubrimientos de nuevos materiales a los centros tecnológicos del Plástico o de la Cerámica.
La gran paradoja de la Cultura es que habiéndose demostrado que cada euro invertido en ella produce entre 3 y 15 euros, es decir, de un 300% a un 1.500%, sólo se ha invertido en torno a un 1% en los presupuestos generales de nuestra comunidad desde que se constituyó la Junta de Andalucía. La mayoría de esta exigua cifra se gasta en el capítulo de personal y en conservar el numeroso patrimonio monumental andaluz, más como un gasto que como una inversión enfocada a dinamizar y producir nuevos valores. En los últimos años, época de crisis, se redujeron presupuestos y, además, se han semiocultado, porque no se desglosan por provincias y, al fundirse en una única Delegación de Turismo, Cultura, y Deportes, resultan aún menos visibles las inversiones reales… Sólo la Diputación Provincial ha elevado el porcentaje de sus inversiones en el capítulo de Cultura en los dos últimos años, haciendo visible una creciente apuesta por este sector: adquisición del legado de Miguel Hernández, remodelación de los Baños Árabes y dinamización de éste como centro cultural activo, apoyo a festivales, etc…. Frente al “presupuesto cero” de algunos ayuntamientos como el de Jaén, (que fía su cultura a los patrocinios privados) han surgido voces críticas de numerosos artistas y agentes de la cultura que no pueden desarrollar su profesión artística. Prueba de este malestar fue la multitudinaria manifestación del Movimiento Abierto por la Cultura (MAC) del 20 de febrero de 2016, que fue apoyada por algunos de los miembros de PROA. ¿Podría imitar Jaén a la ciudad de Málaga que ha hecho de la Cultura y sus nuevos museos una prioridad? ¿Podríamos aprender de Granada y Córdoba?
La principal debilidad, pese a que crece el número de asociaciones culturales en nuestra provincia, es que falta realmente un tejido dinamizador que vertebre con éxito las diferentes manifestaciones culturales y a éstas con sus potenciales públicos. El Consejo Provincial y los Consejos Locales de Cultura quedaron reducidos a modestos Consejos Comarcales asociados a las Asociaciones de Desarrollo Rural (ADRs) y no han tenido relevancia por falta de presupuesto ni liderazgo; el Foro provincial por la Cultura no acaba de cuajar para coordinar las crecientes propuestas de los potenciales agentes institucionales en su esfuerzo por coordinar sus recursos: Delegación, Diputación, UJA, Ayuntamiento.
Pero, a mi entender, tanto desinterés cultural pasa porque no se aborda el problema de la demanda desde la base. Por eso, no se han puesto en marcha planes locales quinquenales para el fomento de la lectura con agentes y objetivos prácticos, como experiencias posibles y evaluables, pese a estar recogido como proyecto necesario en el II Plan Estratégico de la provincia. Aumentar los índices de lectura en las nuevas generaciones es urgente y posible, económico y viable. Porque sin lectura no hay Cultura, y sin Cultura no se elevan los Índices de Desarrollo Humano de los territorios como puedo demostrar con datos. La promoción de la lectura y el placer de leer es una gran necesidad para mejorar la comprensión lectora y la calidad educativa. La lectura es la bisagra imprescindible entre la educación y la cultura. Además, la lectura desarrolla la imaginación, ésta favorece la creatividad, y la creatividad aplicada puede traducirse en innovación. ¿Necesita Jaén reactivar su concepto de cultura, mejorar sus niveles de educación e innovar para hacer frente a sus retos?
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